miércoles, 8 de septiembre de 2010

cuarta propuesta. Atracciones Perturbadoras/ Mariana Gullco






















Desde que conocí el trabajo de Mariana hace ocho años me llamo la atención su capacidad para articular los desechos de una manera atractiva e inquietante a la vez; suaves bolsas de te usadas, cocidas entre si para hacer un vestido. Hermoso atuendo, que agradable es estar cubierta con fibras naturales recicladas, socialmente es correcto y responsable con el ambiente. Pero al mismo tiempo, que rara sensación; ya que me hizo pensar en todo lo que desechamos que pudiéramos reutilizar: que pena tanto desperdicio.

Lo que tiramos a la basura, lo que “ya no sirve”, que en muchas ocasiones ni siquiera tiene un desgaste total, dice mucho de lo que somos y en lo que estamos sustentados; una contradicción, porque al tirar algo que no esta extenuado, hay una falta de valor de la materia, es consumir por consumir. ¡Uy¡ que valiente actitud, esta cultura que hemos construido para genera toneladas de desperdicios, que mas pronto que tarde, nos ahogarán, si es que no los lanzamos al espacio, je, je. ¿No les parece una actitud de auto-destrucción total?

En el comprar, medio consumir (porque no extinguimos y destruimos la materia ) y tirar, cuánto de valor dejamos por el camino. Y es aquí en donde el trabajo de Mariana hace un acento. De entrada nos hace re-pensar en la palabra desperdicio, ya que hacer un vestido con bolsas de te, con algo que se iba a tirar, le cambia el sentido a el principio cultural en el que nos movemos. La palabra “desperdicio” enclava un gasto inútil, y al utilizar la materia que se iba a despreciar y re-utilizarla, le compone su capacidad de emplear, le reconstituye en su valor pleno de materia y con ello nos reunifica con la sencillez, la sobriedad, lo esencial, con recuperar el valor de la materia, de lo que estamos hechos.

Hace tres años que me reconecté con Mariana, nos encontramos aquí en Oaxaca, ella vive acá desde hace cinco años, tiempo que lleva trabajando con diferentes procesos textiles. Al llegar desarrolló la beca de Jóvenes Creadores del FONCA, con ello empezó a identificar, reconocer y experimentar con las artesanías tejidas desde una perspectiva contemporánea. Y me parece que con esa experiencia vivida, es que le ha permitido formular el principio en que trabajan estas dos piezas que presentamos en el Museo, sobre todo Trama (la obra de color negro): conectar dos opuestos, atraerlos y en ello generar una tensión inquietante, que nos mueva de la aparente “tranquilidad” social y que nos provoque la reflexión y en el mejor escenario, teniendo suerte, nos lleve a la acción.

Desmenucemos, por un lado esta el principio manual y por el otro el material.


Después de su investigación en las piezas de Te (por llamarlo así), en las que llega a la esencia de la materia, sigue; y enfocada en su trabajo, la pregunta natural es, y ¿qué hacemos?, pues materializamos con las manos y lo primero que hacemos es textiles, son cosas utilitarias, que nos ayuden en nuestro andar, cubrirnos de la erosión del clima cuidándonos la materia, otras para a guardar cosas y mantenerlas o moverlas de lugar. Pero en la sociedad post-industrial en la que vivimos, estamos lejos de ese principio de obrar. Hacemos materia para ser desperdicio, qué, qué, qué????¡¡¡¡¡ Absurdo total. Las bolsas de basura las producimos para ser tiradas. Esto es porque pensamos que hay cosas que no sirven. Y claro pensarán en los desechos orgánicos, los pedacitos de cosas que no alcanzamos a comernos, esos NO SON BASURA, son materia que nutre la tierra en la que crecen las próximas verduras que nos comemos. ¿Y los envases de leche?, tampoco son basura, son material que sirve para la auto-construcción, y así podemos seguir y seguir…piensen.

El presente trabajo de Mariana nos apunta a esa dirección. Nos ha llevado más a fondo de lo somos y andamos. Desde ahí le interesa, como notamos en las piezas que presenta, la tensión conceptual y material entre componentes industriales diseñados para ser desechados y el trabajo manual, cada vez más desplazado, excluido y desvalorado en la imperante sociedad consumista.

¿Qué nos esta pasando como sociedad post-industrial?, ¿Qué hacemos con los desechos que producimos?, ¿Cuáles son los materiales más amigables con la naturaleza?, ¿Qué interese hay en los mecanismos de poder, que nos han conducido a la producción de un auto atentado? ¿Cómo funciona la mediatización para que la masa prefiera productos altamente tecnologizados a los naturales? son preguntas que Mariana entreteje en sus recientes obras, para colocarnos en primera fila y asimilar de manera estética nuestra sombra, como dice el gran escritor japonés Tanizaqui “Lo bello no es una sustancia en si sino un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de las diferentes sustancias que va formando el juego sutil de las modulaciones de la sombra.”

La sombra como el espacio en el que no nos vemos luminosos, esa que se mueve con nosotros todo el tiempo, nuestra fiel acompañante. La que producimos naturalmente, que esta estipulada en el contrato de estar vivo bajo el sol. Esta es la que Mariana despliega como elemento en el espacio del cubo, pero lo hace de distinta manera, la fuente de luz (metáfora del sol) viene del suelo. En ello hay otra posición. Todas las cosas hacen sombra, pero no todas tienen conciencia de ello. Al cambiar la posición de la luz, alude a nuestra capacidad de pensar y darnos cuenta. De ser una sombra natural, la revierte a una sombra hacia arriba, hacia el cielo, hacia la bóveda celeste, para colocarnos ahí en una sombra de aprendizaje en relación al cosmos.

olgaMargarita Dávila

curadora