domingo, 31 de julio de 2011

Pablo Llana - 9a propuesta-

Oaxaca desde acá (políptico) son traducciones de cuatro textiles de Oaxaca, realizadas con desechos de productos de consumo masivo, con envolturas y etiquetas cubiertas con resina. Tamaño 35 x 35 cm c/u. Fecha 2011.

Detalle de uno de los páneles del políptico, en el que se nota la marca de las etiquetas de productos, con la que está realizada esta pieza. La técnica es una invento de Pablo, le ha llamado pepenado por la similitud con la realización de las piezas textiles de San Pablo Tijaltepec. Son tiras de plástico plisado y luego cubierto de resina.

Huipil Fronterizo, pieza realizada con envolturas de porductos que una familia de Tijuana consumió en dos meses. Tamaño 2.50 x 2.82 mts. año 2011.


El trabajo del tijuanense Pablo Llana se nutre de la fuerza del oxímoron. De la figura retórica en la que se armonizan dos conceptos opuestos. De aquí su inquietante energía. De manera visual es muy atractivo y de fácil consumo. Son piezas llenas de color y formas que acarician la pupila. Al unir la visualidad con el uso del material y el título de la obra, se manifiesta un tercer nivel de apreciación, que revela el sentido conceptual y es entonces que se hace evidente la plena intencionalidad de su obra.


Veamos las piezas Huipil Fronterizo y Oaxaca desde acá, y comprendamos sus niveles. De entrada los títulos son extraños. ¿Cómo? ¿Qué no el huipil es del sur de México, o también se usa esta prenda en el norte? Con el título pareciera que Oaxaca esta en el norte, y no es así ¿o si? Aunque con tantos migrantes que han llegado a Baja California, que ya hay un Oaxaca en el norte.

Pablo enfoca a Oaxaca con Tijuana por sus lazos de identidad e interdependencia. Con un sesgo de ironía declara el lugar de uno en el otro y viceversa, poder pensar en algo así: ¿Cómo sería un huipil de la etnia de los tijuanos? o ¿Cómo serían algunos bordados en las manos de un tijuanense?

El huipil de Pablo es una pieza redonda, de expresión artística íntegra, en la que los sentidos manuales, materiales, visuales, críticos y sociales, están bien unidos. Está realizado con una trama de malla de gallinero, propia del lugar en el que crecen los "pollos", apelativo que se usa para las personas que cruzan a indocumentados a los Estados Unidos de Norteamérica, y una urdimbre hecha con los restos de productos comestibles de consumo masivo, etiquetas y envolturas de alimentos con valores nutrimentales altos en grasas y carbohidratos. Es una prenda fuerte, flexible y no fácil de portar, como lo es la frontera.

La obra bien cimentada en la forma y los materiales, junto con el título, apunta en uno de sus sentido conceptuales hacia la reflexión política. Agudamente indica las erizadas condiciones migratorias y económicas de trabajo entre el sur y el norte de los hemisferios americanos, en la situación global. En ellos, como un ejemplo, la mano de obra del sur, que va al estado de California EUA en gran medida desde Oaxaca, es mal pagada para quienes la realizan y con sobre ganancia para quienes la cobran en los mercados internacionales. La pieza alude a esta condición y conecta a estas ciudades, siendo Oaxaca un origen y Tijuana un espacio de tránsito, o de estancia por remanente, en este imbricado conflicto de intereses socio-económicos.

Al estar realizando el tejido con desechos de productos “truco”, porque cuestan carísimos en relación a la cantidad en volumen y de nutrición que aportan, enfatiza el quid de la obra: reciclar sentidos. Al re-utilizar estos materiales de productos de mentiras, propios del sistema post capitalista, acciona la capacidad conceptual de trascendencia. Al someter repetidamente una materia a otro ciclo de uso, incrementa los efectos de este, para así poder dislocarlo. Logra ir más allá de la gran mascarada de la estructura en la que vivimos, en la que hay una estrategia del dedo que se juega en la boca, en la que se dan muchas cáscaras y pocas nueces, en la que está llena de superficie-banalidad vs. claridad-esencia.

Huipil fronterizo en su lectura completa conlleva al valor de la astucia. Poco a poco, al ir uniendo los elementos que maneja, podemos develar y en ello asimilar la habilidad para evitar el engaño del sistema. La estrategia utilizada por Pablo es un juego con el ardid y el reuso; con una apariencia agradable, atractiva que embelesa, y la agudeza de ideas, nos brindan un sentido profundo de la existencia en los actuales rumbos del mundo. Con la maniobra de la inflexión, propia de la sociabilidad transfronteriza de Tijuana, hace evidente las capacidades y bondades en la relación SUR-NORTE.

Este mismo principio de perspicacia lo utiliza en la pieza Oaxaca desde acá. Un políptico realizado con el desecho de dulces y comida “chatarra”. Envolturas y papeles colocados a manera de la puntada de pepenado, siguiendo como patrón la imagen de bordados de diferentes huipiles oaxaqueños. De primer golpe visual, fascina el delicioso colorido y su plasticidad. Parecen como de azúcar cristalizada y al mirarlos se formula la provocación sensorial de un manjar suculento, se nos hacen “agua los ojos”. Pasado el rush de los sentidos, sigamos con la comprensión total de la obra.

Estos bordados contemporáneos, son emblemas de un doble mensaje; son una emulación yuxtapuesta, es decir, son copias de las formas del textil oaxaqueño hecho con materiales de desecho -¡qué mas fronterizo!-.

En el mensaje de ida, desde una lectura ortodoxa, se malinterpretarían como una mofa a la tradición y una falta de conocimiento y en ello de respeto, al proceso social-cultural de quienes a través de cientos de años han conformado un lenguaje textil. Desde otro alcance, el de vuelta, con una óptica actual, son una adecuada apropiación, muy inventiva y de revalorización.

Sin duda la segunda aproximación es más atractiva. Después de todo lo que hemos pasado como sociedad actual trastocada (en ideales) por el vuelco de la postmodernidad y los momentos paralelos en las “periferias” de tardo-retro modernidad, ¿cómo poder pensar en una condición cultural purista?

Con una concepción tijuanera, de una cultura de escasos 120 años, más con una intensidad de vida, una velocidad temporal de alcances, penetración y vibración máxima, la propuesta del políptico es de estudio, asimilación y provocación.

Pablo visitó Oaxaca hace unos meses, porque participó en la VI Bienal Internacional de Arte Textil Contemporáneo, y desde el aprendizaje, exploró sus texturas y expresiones culturales, y como casi todos lo que llegamos a Oaxaca por primera vez, se asombró. Adquirió textiles y objetos, así empezó a estudiar sus etnias y regiones. Se conectó y tomó fragmentos de algunos textiles, para a manera de composiciones pictóricas traducirlos a su propia cultura, a la de la transformación y el reuso de los materiales. Con ello le imprime a las formas textiles, otro carácter y sentido, ampliando su sentido de comunidad. Al re-trabajarlos con otro material, les advierte una identidad mayor.

Cuando Pablo regresó del sur a Tijuana, me dijo: “Wow ¡cuantas culturas¡ ¿y todas son Oaxaca?” Si, todos en algún momento de nuestra asimilación oaxaqueña hemos pasado por esas frases, nos hemos dado cuenta de las lejanías entre los Zapotecos del Istmo y los de la Mixteca y entre éstos y los Mixes, o los Triques; pero creo que no muchos, en lo personal, habían llegado a dilucidar y en ello a expresar, lo que Pablo vio e hizo como formas de unión en el estado. Y lo dice sencillo, en la factura de su bordados, hechos con los productos transnacionales, como Coca-Cola, Sabritas, Bimbo o los dulces Hershey´s, pues en ellos hay una identidad común.

Y es que al viajar por Oaxaca (como por muchas partes del mundo), encontramos en casi todas las tienditas de abarrotes, por más alejadas y enclavadas en la sierra que estén, el nuevo imperio del consumo global. Duro, pero así es. Así también vemos en las comunidades y a través de todo el estado de Oaxaca (a diferencia de muchas partes del mundo) comales, metates, milpas, tamales y tortillas.

Observemos y pensemos más allá. Oaxaca desde acá es también una manera de desemblematizar a Coca-Cola y otros imperios mercantiles; al estar hecho el políptico con materiales reciclados de éstos productos, sobre las imágenes de cuatro textiles de Oaxaca, le restan el valor de sometimiento y explotación, porque le imprimen un valor estético, realizado por la tradición. Y dejan de ser un anuncio de consumo para ser objeto de belleza y conciencia.

Si, que única y bonita es Oaxaca unida con Tijuana

olgaMargarita dávila -curadora